Rebeca vital

Rebeca vital
Cuernavaca, Morelos (2010)

lunes, 13 de febrero de 2012

Primer aniversario luctuoso

Hoy se cumple un año, el primer aniversario de tu partida, Rebe.
En los meses pasados, cada mensaje que dejé por acá hablaba
de lo difícil que había sido aceptar tu ausencia, sin embargo, poco
a poco esta aceptación, creo, que ha permeado en todos los que
te queremos, encabezados por tus hijos, tus familiares, tus amigos
y conocidos. Cada día que ha pasado, hemos  tratado de
poner en práctica las enseñanzas que nos dejaste, tu legado.
Para empezar, "las ganas de vivir día a día con mucha intensidad".
De manera particular, en eso estoy, tratando de cambiar muchos malos
hábitos, ya di el primer paso, poco a poco me voy a encargar más
de mí que del trabajo o de los demás.

Tú tenías muy buen equilibrio en ese sentido.

Aprovecho esta ocasión para  compartir con todos los que te conocieron, parte de tus
pensamientos y tu creación (previa consulta con tus hijos).
 ¿Te acuerdas que Nadja encontró varias libretas en donde llevabas un diario,
una bitácora que jamás comentaste con nadie? En una de esas libretas
había una hoja escrita a máquina por ti, un trabajo escolar. Me llamó
la atención lo bien redactada que está, sobre todo pensando en que la
pudiste haber realizado a los 19 años, sin embargo, lo interesante
para mí es la pasión con la que describes, esa pasión que tenías hacia
todo y todos. A continuación la transcribo y además agrego la imagen de esa
solitaria hoja, escrita hacia mediados de los 80.

"Paisaje", por Rebeca López García

Existe este cristal frente a mi mirada, lo que se halla fuera forma una imagen
de la que me encuentro ajena, pero es posible ser parte de ella, dejar el
asiento, dejar la voz que ha sonado desde hace minutos, dejar paredes y
descender hasta quedar entre el piso empedrado y los árboles descubiertos
que han quedado fijos predicando sus historias; se despojan de mutismo y
descifran sus hojas que emprenden su propio vericueto. Ramas con hojas,
algunas ya no las tienen. ¿Hasta dónde árbol continúa árbol si las partes se
transforman, se invierten, doblan, truecan, abandonan o expiran entre múltiples
poliedros uno tras otro, uno sobre otro, bajo otro, a los lados; son líneas que
se prolongan y no dejan de ser partes aún cuando la mirada perciba pared-
conjunto y rectángulos de vidrio conteniendo peldaños y pisadas ascendiendo,
descendiendo; pareciera que el único motivo de los pasos es prolongar su
existencia, nunca hay un vacío entre unos, otros, otros...
Todo ha formado un ruedo entorno a un sólo espectador. Cráter sólido,
contemplador nocturno de altas obscuridades y falsas luces empalidecidas
que se silencian de tiempo a tiempo en que las sombras se reúnan para
engrosarse a matizar de obscuro, a ocultar de lo cotidiano a las formas que
emprenden un vértigo de objetos contemplados cuando fragmentos de luz
se crucen; luz de color múltiple de la mirada furtiva que provoca formas
móviles, hasta ser la objetivada imagen de una antigua propuesta.

Teoría Literaria
Lengua y Literaturas Hispánicas de la UNAM
México, D.F., 1986-87



También quisiera invitar a todos a la presentación que se hará
el próximo jueves 15 de marzo, a las 19 hrs., en el Multiforo Cultural Alicia,
de la pequeña editorial que lleva tu nombre y tu efigie (la misma imagen que es la
bienvenida de este blog creado por tu hermana Elsa),
y que está coordinada por el maestro Mario Raúl Guzmán. En esta presentación,
como es natural, se te hará un ferviente reconocimiento a tu apoyo
a escritores y artistas, habrá música y yo aportaré un video, en el que
ahora estoy trabajando, para que la gente que no te conozca sepa un
poco más de tu espíritu apasionado e inquieto. En breve se posteará el
cartel del evento.

Estás en mi pensamiento y en mi corazón, Rebe.

Continúa intercediendo por todos nosotros.

Al rato nos vemos.

Siempre ardiendo en mi corazón

Vídeo realizado por Mowgli Zendejas López en ocasión del cumpleaños número 45. Siempre ardiendo en mi corazón.

Un año sin Rebeca



por Alberto López García
Lunes 7 de febrero. Me dicen que puedo estar contigo, todo el día. Llego temprano, antes que traigan tu desayuno. Recuerdo que aquella mañana, percibo claramente tu fatiga, la de tu cuerpo, tan irreversiblemente dañado. Duermes casi todo el tiempo y yo también. A veces me doy cuenta de que te has levantado al baño y que intentas no despertarme, pero te siento y me levanto de un brinco para ayudarte. Te miro desayunar sin ganas. Ambos sabemos que no tienes fuerza para masticar, ni hambre, ni ganas de comer. Platicamos de nuestros hijos, de nuestros sobrinos, y hasta de algunos proyectos insulsos de mi trabajo.
Comienzo a notar esa profunda fatiga tuya para seguir ahí, para seguir preguntando cuándo te dejarán ir, o cuándo van a dejarte en paz. Sólo se me ocurre decirte que te ayudaré a escapar de ahí el siguiente sábado, cuando me toque estar nuevamente contigo.
Sin embargo, ya no volvimos a vernos. Supe que quisieron hacerte algo y que tu no lo permitiste, pues llegó para ti el límite. Que habrías dicho “Ya no”; “déjenme en paz”; “déjenme ir”, no sé exactamente,   pero te escucharon por fin. Por eso es que ya no volvimos a vernos, y acaso es por eso que siento que sigues aquí, para decirme algo que faltó decirnos.
Platicábamos tanto; teníamos siempre tanto de qué hablar, y, sin embargo, nunca fue suficiente. Ahora, transcurre el tiempo y mi diálogo interno te encuentra y volvemos a nuestras calles; volvemos a la mesa de tu casa, a tomarnos un café para hablar de nuestros hijos, de nuestras esperanzas, de nuestras emociones, de nuestros enojos, de lo que no nos agrada del mundo, de los colores que se encendían en nuestras miradas, o de las palabras que resonaban en las frases sabias o chistosas de otros, no sé… mi tiempo contigo fue mi tiempo conmigo también; me encontraba, me miraba, me escuchaba, me reía contigo, siempre contigo…
Ya no volvimos a vernos, pero volvimos a estar juntos. Hemos estado así durante estos días de tu ausencia. Apareces desde cualquier parte, de alguna palabra que dijiste, de algún gesto que se quedó el rostro de tus hijos, de entre tus recuerdos o de los míos, del calor o del frío, de la voz melodiosa y desgarradora de Bessie Smith; de tus lugares preferidos.
Aquí estás; aquí, conmigo, en este sueño en que te encuentro, después de tanto extrañarte, de tanto nombrarte; de tanta ausencia tuya; aquí estoy abrazándote y sollozando desesperadamente, pidiéndole al tiempo que marche hacia atrás, hacia el instante en que nuestro tiempo se perdió. Aquí estás de nuevo, mirando lo que miro, nombrando lo que nombro, cantando juntos, soñando y mirando el mundo que quisimos algún día tener para nosotros.
Hoy, hermana mía, amada Rebeca, un año después de nuestra despedida, te agradezco infinitamente todos los días que compartimos juntos, todos  los de tu vida y ahora también  los de tu ausencia.
Ciudad de México, 13 de febrero de 2012